Nuestras valvulas nocivas de escape

KAKO MASTER


Muchas personas que sufren en su vida personal encuen-tran alivio refugi谩ndose en el trabajo. 

Conozco un m茅dico en California que trabaja muy duro cuidando de sus pacien-tes. Despu茅s de cerrar la consulta, se queda durante horas y estudia los historiales de los pacientes porque no quiere ir a casa. Su mujer ya est谩 acostumbrada, porque no son una pareja feliz. Para 茅l, es mejor quedarse en la consulta y estu-diar. Se dice a s铆 mismo: «Lo que hago es una cosa buena, soy un buen m茅dico, debo estar en la consulta y trabajar para entender mejor los problemas de mis pacientes». Se refugia en este uso del tiempo para dar m谩s sentido a su vida. En el fondo, lo sabe, pero no quiere aceptar que se est谩 refugiando en su trabajo para evitar enfrentarse al problema real, su matrimonio. En nuestra sociedad, es muy com煤n que la gente se refugie en su trabajo y niegue su infelicidad.

Otros se refugian en las drogas y el alcohol. Quieren olvidar, quieren borrar el dolor de su interior. Cuando est谩n borrachos o drogados, lo olvidan todo, pero s贸lo durante unas pocas horas. Cuando se despiertan de esa autoaneste-sia, se dan cuenta de que nada ha cambiado. De todos modos, han evadido la realidad durante dos o tres horas, y como no conocen ninguna otra salida, vuelven a las drogas o al alcohol. De este modo, violan sus cuerpos y sus mentes, y se producen dolor a ellos y a los que les rodean. Esto no es, de ning煤n modo, una soluci贸n.

En la sociedad moderna, muchos de nosotros nos refugiamos en el consumo. Cuando no nos sentimos bien con nosotros mismos, cuando nos sentimos vac铆os o deprimidos, vamos a la nevera o a la tienda para llenar el vac铆o y olvidar el sufrimiento. Nos refugiamos en el acto de comer, beber o comprar. Intentamos llenar el vac铆o del interior porque no sabemos d贸nde refugiarnos. Buscamos la distracci贸n alimentando nuestros sentidos.
Otros se refugian en la televisi贸n. Permitimos estar ocupados con los programas, y nos volvemos una televisi贸n. Algunos programas son provechosos y educativos, pero la mayor铆a no. Son como comida basura que s贸lo contiene ruido y violencia. Aunque ingerir estos programas no nos haga sentir bien, dejamos el televisor conectado para evadirnos de las cuestiones reales de nuestras vidas. No podemos
apagarlo porque, cuando lo hacemos, debemos volver a nosotros mismos, y no es nada confortable. Miramos la televisi贸n hasta la saciedad para evitar el programa que est谩 en marcha en nuestro interior, un programa de confusi贸n, conflicto y desespero. Nos alejamos de nuestro propio sufrimiento, porque nos falta la confianza de tratar las cuestiones que realmente importan.

Debemos romper el h谩bito de escapar de nosotros mismos.
Queremos paz, seguridad, felicidad y alegr铆a, pero no sabemos c贸mo conseguirlo. El refugio de la pr谩ctica de la conciencia es nuestro camino. Nos da confianza para superar nuestras dificultades. Podemos refugiarnos en nuestro respirar consciente, en nuestro caminar consciente. Entonces tendremos paz y estaremos disponibles para las
maravillas de la vida; estaremos realmente presentes para nuestros hijos, nuestras familias y nuestra sociedad.

Debemos tener la confianza, la fe y el coraje suficientes para llamar a nuestras acciones por sus verdaderos nombres. Podemos preguntarnos:

¿Estamos comprometidos con un tipo de vida que toca la belleza y la bondad que nos rodea y nos lleva hacia la compasi贸n y el entendimiento? ¿O simplemente intentamos huir de nosotros mismos? El refugio verdadero es algo que nos abre la puerta de la transformaci贸n y la curaci贸n. Debemos aprender a refugiarnos. El refugio del habla no es un acto de escape. Es un acto de protecci贸n e inclusi贸n. Si nos refugiamos en cosas diversas —trabajo, comida,
bienestar material, televisi贸n— perdemos nuestros propios
sentimientos, nuestra familia, nuestra sociedad, y no se trata de un refugio verdadero. Si nuestro estilo de vida nos lleva a la realidad de nuestro sufrimiento y el de los dem谩s, nos estamos moviendo hacia la direcci贸n equivocada. Nos estamos aislando y cometernos actos violentos en forma de exclusi贸n. Dirigi茅ndonos hacia distracciones y placeres sensuales, creemos que podemos escapar de nuestro
sufrimiento y encontrar la felicidad verdadera, pero la felicidad no yace en la direcci贸n del placer sensual. La felicidad yace en encontrar la paz interior. Los psic贸logos que han estudiado la felicidad han descubierto que la gente realmente feliz est谩 completamente presente en el momento.
No se basa en amenazas o posibilidades negativas, sino que
continuamente busca beneficiar a los dem谩s en situaciones dif铆ciles. La gente feliz trabaja con los dem谩s y les ayuda. Para ellos, la felicidad no es un objetivo, sino una realidad en la vida diaria.

-Escrito por Thich Nhat Hanh
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